Santiago de los Caballeros.- En el mundo del entretenimiento, el talento por sí solo no garantiza permanencia.
La humildad y el respeto hacia quienes abrieron caminos suelen ser la clave para sostener una carrera sólida. Sin embargo, algunos artistas parecen olvidar esta verdad elemental.
Un ejemplo evidente es Alajaza, quien, tras emitir un desafortunado y despectivo comentario sobre el fenecido Jhonny Ventura, nunca volvió a levantar cabeza.
Desde entonces, ha intentado de todo: fusiones, colaboraciones, nuevos ritmos… pero nada logra conectar con el público. Solo le faltaría grabar un son, porque todo lo demás ya lo ha intentado sin éxito.
Los artistas de la nueva generación deberían tomar nota. No se trata solo de talento o fama momentánea, sino de mantener los pies sobre la tierra.
Muchos se dejan influenciar por supuestos “amigos” que nada saben del negocio, personas que solo repiten lo que el artista quiere oír, sin aportar una visión real ni constructiva.
En la música, la pegada es un arma de doble filo: mientras estás en la cima, hasta los contrarios te celebran; pero cuando el brillo se apaga, pocos permanecen a tu lado.
Alajaza enfrenta precisamente esa realidad. Su desconexión con el público no es casualidad, sino consecuencia de una actitud que lo llevó a creerse un “Dios” dentro de la música.
La historia lo demuestra: los grandes se sostienen no por la soberbia, sino por la humildad.