
Por :Joseph Cáceres
En
otros tiempos, el malecón de la capital dominicana era un lugar de
esparcimiento, donde la gente iba a disfrutar de la brisa del mar, a
realizar reuniones de amigos, y a conversar sobre tópicos diversos, o
cuando no a recorrerlo en familia, sobre todo los fines de semana.
Lo mismo acontecía en los parques citadinos y en el de los pueblos.
Eso se ha perdido en los nuevos tiempos, pues la gente le teme a la inseguridad y a oscuridad.
Pero también a las autoridades que no se sabe por qué quieren impedir que la gente se reuna en los espacios públicos.
Una muestra de ello son los parqueos que hay a todo lo largo de la avenida George Washinton y la autopista 30 de Mayo.
Los fines de semana la gente sale a respirar la brisa salina del mar, a disfrutar de encuentros familiares y de amigos en los parqueos que el Ayuntamiento del Distrito y Obras Públicas están remodelando en el malecón, pero las autoridades en vez de vigilar y mantener el control necesario en la zona, lo que procuran es impedir la congregación y el uso de esos lugares públicos.
Es incomprensible la señalada actitud de represión tratando de impedir que la gente procure esparcimiento en ellos como si se tratase de algo pecaminoso, o se estuvieran transgrediendo normas morales y la paz pública.
Se trata de un exceso de gente que debería estar en otros lugares combatiendo la delincuencia y cumpliendo con el compromiso que la sociedad y el país espera de ellos.
Bastante
problemas que hay en la nación, donde las autoridades brillan por su
ausencia, mientras prefieren reprimir a la gente de un pueblo alegre por
idiosincracia y tradición.